La migraña es una enfermedad neurológica con una prevalencia del 14% de la población. Supone la segunda enfermedad más discapacitante en cuanto a años de vida vividos con discapacidad, especialmente en la franja etaria entre los 15 y 49 años. Es la cefalea más frecuentemente vista en las consultas de neurología y unidades de cefalea.
Desde la década de los 70 se han desarrollado numerosos fármacos preventivos. Uno de los problemas es que muchos de los fármacos proceden de otras indicaciones, tales como depresión, epilepsia o hipertensión. A día de hoy, las guías de práctica clínica asientan la indicación principalmente en el nivel de evidencia, el cual dada la antigüedad y escasez de estos estudios, es limitada. Pese a que los nuevos fármacos se basan en ensayos clínicos acordes a la metodología actual, es improbable que sean indicados en pacientes que no hayan probado ningún tratamiento preventivo.
El candesartán es un fármaco antagonista del receptor de angiotensina-2 que ha demostrado eficacia en migraña episódica principalmente en dos ensayos clínicos comparados frente a placebo, empleando una dosis de 16 mg al día. El primero de ellos demostró en una población de pacientes con migraña episódica que había fallado a 0-1 preventivos, con 2-6 episodios de cefalea al mes una reducción de 4,9 días de cefalea al mes (desviación típica 10,6). El segundo estudio tuvo tres brazos, frente a placebo, mostrando una reducción de -2,91 días de cefalea al mes (desviación típica 1,06) y mostrando no-inferioridad respecto a propranolol8.
En las guías españolas se recomienda su uso en pacientes con migraña con y sin aura, especialmente si tienen hipertensión o depresión concomitante. En algunos centros de prestigio internacional es el fármaco de primera elección. En práctica clínica habitual, un aspecto que limita su uso es su tolerabilidad, siendo frecuente la presencia de hipotensión y mareo, incluso a la dosis de 8mg, frecuentemente utilizada en nuestro medio. En los estudios realizados hubo efectos adversos en el 45-50% de los pacientes, siendo motivo de suspensión de tratamiento en el 10%.
En el presente estudio, pretendemos evaluar qué factores clínicos se asocian con la respuesta terapéutica y la tolerabilidad en práctica clínica habitual.